Sábado 6 de Agosto, hace un lindo día, despejado, azulado, poco viento. Hace rato que tengo ganas de volar sobre el río, y hoy parece ser un hermoso día para hacerlo. A Caleu le gustó la idea, pues en la primera tirada de piola arrancó.
Vamos rodando hacia la cabecera 03, full potencia, carreteamos un poco y a volar. Cuando estamos a 500 pies giramos a la derecha buscando un camino de tierra que siempre suelo volarlo. El vuelo es suave, sereno, hay un poco de bruma aquí arriba, la visibilidad no es de las mejores. Esta vuelta me abrigué bien, en el vuelo de la semana anterior bajé con las manos congeladas.
En ese campo veo unos cuantos autos, ¿será una reunión, o tal vez un cumpleaños? Y ahora veo que están todos en la mesa, al lado de unos árboles, algunos me saludan, entonces me inventé un saludo para ellos y dibujé en el aire, con Caleu, un círculo perfecto. Ahora todos se levantaron y saludaron. Sigo mi viaje, aquí tengo amigos, que no conozco, pero que no olvidaré y seguramente ellos tampoco. Que buena sensación deja el saludar. Es como reconocer al otro, y a la vez ser reconocido, es como decir: existís para mí, esto me recuerda haber leído que algunas tribus africanas se saludan diciendo: ´´te veo``.
El camino dobla, pero yo sigo, el río está adelante, todavía no lo veo, pero sé que está adelante. Un arroyo, y otro, y ahora otro más, serpientes de agua que se retuercen y entrecruzan y le dan esta forma antojadiza al paisaje. Ahora sí, el río está ahí nomás, un poquito más adelante, lo que desde abajo conozco como un río lleno de contaminación, desde aquí arriba es maravilloso, un paisaje para disfrutar, una inmensidad que trae consigo paz y armonía. Disfruto, me lleno de placer. El río está abajo y yo aquí con la felicidad de haber recibido un regalo que merece ser atesorado.