lunes, 31 de mayo de 2010

Con los pies en la tierra.

Volar es hermoso, me libera, me da otra perspectiva del mundo, me muestra la simpleza, la enormidad. Me da paz pues las conversaciones internas se apagan. Es puro placer que alimenta mi ser.

Ahora bien, no todo es maravilloso, también tiene sus cosas frustrantes y esto es lo que estoy viviendo hoy: llevo tres, o tal vez cuatro semanas sin poder volar, ya no sé ni el tiempo transcurrido.

Extraño ese rato de hangar, los mates con amigos, las bromas, subirme un ratito al monoplaza imaginando las travesías que vendrán. El chequeo, el momento del toqueteo con el avión, pasar mis manos por las alas, sentir la tela; por la hélice, por toda su estructura, disfrutando de sentirlo, cuando termino, mirar y oler mis manos. Extraño esas sensaciones en el momento de despegar, o la del momento de aterrizar, o cuando el viento me zamarrea un poco para que no me olvide que estoy en el aire, que no hay certezas, y que vale la pena.

Atado, con los pies en la tierra, siento esa terrible necesidad de estar allá arriba.

QUIERO VOLAAAAAAAAAAAAAAAR!!!!!!!!!!!

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