En cuanto a un buen descanso, si me
alimento bien y si tengo una buena actividad física, me ayudan en mucho. Si a
esto le sumo el soltar las conversaciones o pensamientos que me tienen
preocupado, por ejemplo pasándolas a un papel donde al otro día, descansado,
pueda juzgar si se trata de algo importante de lo que elija ocuparme, ya me
siento en armonía para ese buen descanso. Yo le llamo descansar bien a dormir
de seis a siete horas corridas por la noche y hacer una siesta de entre quince
minutos y hasta una hora, estos son mis tiempos, y cada uno tendrá los suyos. A
mí me pasa que si duermo más de esto ya me levanto con alguna molestia, no soy
de los que disfrutan de estar en la cama, ni bien me despierto me levanto.
Hasta aquí hemos hablado del cuidado
de nuestro cuerpo, pero quisiera ahora sumar dos cuidados más:
- El cuidado de mi mente o de mis conversaciones: ¿qué tipo de
conversaciones sostengo?, ¿me abren posibilidades o me las cierra?, ¿veo el
mundo como oportunidad o como algo hostil?
Yo
digo que la interpretación que tenga del mundo va configurar el cómo viva en
ese mundo, y esta interpretación del mundo es mía y puedo modificarla.
- El cuidado de las relaciones: aquí entra el cuidado de la relación
que mantengo conmigo mismo, con el otro, con los otros y con el mundo.
Cuando
hablo de estos cuidados, me refiero a comprometerme con cuidar, con respetar,
con amar, con verme y ver al otro. Si yo me veo y veo al otro, tenemos
presencia, o sea, estamos presentes.
Algo que
puedo preguntarme para saber si estoy viéndome es: ¿digo que no cuando quiero
decir no?, ¿digo que sí cuando quiero decir sí?
Opino que cambia mucho el cómo me
siento si me estoy cuidando, teniendo estas cosas presentes, teniéndome a mí
presente.